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Ideología

Hace 102 años fracasó el intento de explotar el ayate de la Guadalupana (+fotos)

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MÉXICO.- Aquella mañana del 14 de noviembre de 1921, un fanático anticatólico (simpatizante “chairo” de los gobiernos socialistas de Álvaro Obregón y posteriormente del tiránico Plutarco Elías Calles quien realizó la persecución “Cristera”), colocó una bomba en un arreglo floral que llevó a la antigua basílica del Tepeyac en la Ciudad de México; esto con el objetivo de destruir la imagen original de la Virgen de Guadalupe.

Fue alrededor de las 10:00 horas, cuando la bomba con 29 varas de dinamita explotó, lo que dañó las gradas del altar y los candeleros de latón. Además, un cristo crucificado de hierro y bronce con un peso de 34 kilos, el cual se encontraba frente a la imagen de la Guadalupana, cayó al piso retorcido.

A pesar del estallido y de estos daños considerables, la imagen terminó sin ningún daño.

El crucifijo recibió el impacto

Luis Felipe García Álvarez, el canónigo de Guadalupe, cuenta que ese día, al término de la misa capitular, un sujeto disfrazado como obrero se acercó al altar con un arreglo floral, el cual dejó a los pies de la imagen de la virgen de Guadalupe, detrás del Cristo Crucificado. Al explotar, fue el crucifijo el que recibió el impacto y terminó deformado.

“Él recibió el golpe de la dinamita y el altar terminó desecho, pero la virgen quedó de pie y ni el vidrio se rompió», explicó García.

Según el relato que se conserva en la basílica, la imagen de la Virgen resultó intacta, incluso el cristal que la protege también resistió. No obstante, al recibir todo el impacto de la explosión, el crucifijo de metal cayó hacia atrás y su estructura se doblegó.

El crucifijo recibió todo el impacto de las 29 varas de dinamita "salvaldo" el ayate sagrado de la Virgen de Guadalupe.

El crucifijo recibió todo el impacto de las 29 varas de dinamita «salvando» el ayate sagrado de la Virgen de Guadalupe.

“Cristo asumió toda la descarga, defendió a nuestra madre y nos la volvió a dar, como un día hizo en el cerro del Calvario y aquí nos lo dio con Juan Diego y nos la vuelve a dar hace 100 años”, aseguró García, hecho que para muchos resulta milagroso.

Ahora, la figura deformada del cristo de hierro y bronce se conserva en una vitrina en la actual basílica de Guadalupe, como un fiel testigo del atentado en contra del símbolo más preciado para los católicos mexicanos y de los destrozos que dejó aquella bomba en el altar de mármol de la antigua basílica del Tepeyac.

Reflexiones del milagro

Para el físico Adolfo Orozco, además del hecho de que la imagen de la Guadalupana no hubiera sufrido ningún daño, algo que a la luz de la ciencia también resulta inexplicable es la gran curvatura del tallo del crucifijo.

“Dado que la cruz no estaba anclada al altar, la explosión debería haberlo lanzado simplemente, sin darle tiempo a absorber la energía necesaria para deformarse de la manera en que quedó; es decir, no existe ninguna causa natural por la cual el crucifijo se haya mantenido firme, absorbiendo la energía que lo deformó”, explica.

Y añade: “Dado el material de que está hecho el Cristo, la energía necesaria para doblarlo es relativamente elevada y se requiere calor y tiempo para lograrlo”.

También explica que, de acuerdo con las leyes naturales, el Cristo representaba un obstáculo a la propagación de la onda explosiva igual a la llamada “área transversal”, esto es el área de la parte frontal del Cristo, que proporcionalmente es una parte muy pequeña comparada con la superficie total de la onda de choque.

Pero hay otros hechos desconcertantes: que el cuadro de San Juan Nepomuceno que se hallaba detrás del baldaquino de la Virgen sufrió daños menores.

Apunta: “si bien esto es lógico, porque el baldaquino guadalupano lo ‘protegió con su sombra’, absorbiendo la energía de la explosión, esto exhibe más claramente lo excepcional del hecho: que el vidrio de la imagen ni siquiera se hubiera estrellado”.

Por último -señala- aunque no se ha realizado una estimación de la energía necesaria para doblar el bronce del crucifijo, es evidente que es mucha, ya que el bronce requiere de altas temperaturas para darle o cambiarle la forma.

“Así que no tenemos ninguna explicación material de cómo pudo haberse producido la deformación del crucifijo”, concluye.

Resulta inexplicable la gran curvatura del tallo del crucifijo.

Resulta inexplicable la gran curvatura del tallo del crucifijo.

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