Síguenos en redes sociales

Entretenimiento

Detectan satanismo y pedofilia en publicidad de ‘Balenciaga’; La marca española pidió disculpas

* Pasó de ser una tienda en San Sebastián que vestía a damas de la alta sociedad en 1917 a facturar cerca de 3 mil millones de dólares en 2021

Publicada

el

Cristóbal Balenciaga y Demna Gvasalia nacieron con casi un siglo de diferencia, uno en Getaria (Guipúzcoa) y el otro en Sukhumi (Georgia). Son dos personajes antagónicos: uno fue el padre de la alta costura y el otro, su subversor. Pero ambos tienen en común una cosa: ser, en diferentes periodos, el alma creativa de Balenciaga, la marca que fundó el modista vasco en 1917 para vestir a damas de la alta sociedad, y que hoy llena titulares de periódicos del mundo entero por una desafortunada campaña que muchos no han dudado en señalar como una apología de la pederastia y el satanismo.

El diseñador georgiano Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga.
(Reuters)

El pasado 16 de noviembre, la marca con sede en París, lanzó la campaña navideña ‘Balenciaga Gift Shop’. En ella aparecen retratados seis niños junto a bolsos con forma de osito de peluche vestido con correajes de masoquismo. Los tuiteros más sagaces no tardaron en identificar otros detalles imperceptibles a primera vista, como una cinta amarilla con el logotipo de la marca estampado con dos A (‘Baalenciaga’), y cortado de tal modo que puede leerse ‘Baal’. Baal es una deidad de la antigüedad que da nombre a Belcebú (Baal-zebub), y la denominación que recibían el dios fenicio Baal Hammon y el cananeo Baal Moloch, a los cuales se sacrificaban niños como ofrenda.

La polémica dio cuerda a la comunidad de internet que señala que las élites mundiales -donde se incluyen las marcas de superlujo como Balenciaga- forman parte de una red de pederastia internacional y participan en ritos satánicos. Con una habilidad propia de forenses, descubrieron más referencias a la pederastia en otra campaña de la marca de julio de 2022.

En ella aparecen como modelos Nicole Kidman, Isabelle Huppert y Bella Hadid en un ambiente de despacho de oficina para promocionar una nueva colección de Balenciaga en colaboración con Adidas. La llamaron The Garde-Robe y se presentó en mayo en la bolsa de Nueva York.

En una de las fotografías, debajo de un bolso de 3.000 dólares, hay unos papeles que, si se amplían, resultan ser una copia de la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU de 2008 sobre el caso William. Los jueces dictaminaron ilegal traficar o intentar traficar con pornografía infantil incluso aunque esta no exista. Pero, sobre todo, el caso puso sobre la mesa el debate sobre si la promoción de la pederastia chocaba contra el derecho a la libertad de expresión, recogido en la primera enmienda de la Constitución.

En otra de las imágenes de la misma campaña aparece el libro As Sweet as It Gets de Michaël Borremans. El pintor belga, en palabras de una galería que acogió una de sus exposiciones, «retrata a niños pequeños que participan en misteriosos actos lúdicos con matices siniestros e insinuaciones de violencia«.

La obra de Michaël Borremans ‘Fuego desde el Sol’, de 2017. (Borremans)

Debajo del libro de Borremans se puede ver otro libro dedicado a la obra de Matthew Barney The Cremaster Cycle, una de las referencias del avant-garde cinematográfico que no escatima en escenas gore y de explicitud sexual. El cremáster, que da título a su obra, es la capa muscular que rodea el testículo y el cordón espermático.

Fotograma del ‘Círculo Cremaster’ de Matthew Barney.

Por si fuera poco, no han faltado las alusiones a la cuenta de Instagram de otra de las grandes creativas de la marca, la rusa Lotta Volkova. Sus imágenes coquetean con lo más perturbador, en una desagradable mezcla de tortura, infancia y satanismo.

La marca, tras un aluvión de críticas por «glamorizar la pedofilia», decidió reaccionar pero echó balones fuera. Pidió disculpas por algo que «en ningún momento debió suceder», pero señaló como responsables a la agencia publicitaria -a la cual ha demandado por 25 millones de dólares– , al fotógrafo y al diseñador de los escenarios.

Desfile de Balenciaga sobre una pasarela de barro en la pasada Semana de la Moda de París. En la imagen puede verse uno de los polémicos bolsos.
(Balenciaga)

Las respuestas de los acusados fueron tajantes: dijeron que las directrices estaban dadas por Balenciaga y que los elementos que aparecían en la campaña -también en la de The Garde-Robe de julio- fueron en todo momento supervisados por la dirección creativa de la marca. Todas las miradas se dirigen ahora a un nombre: el georgiano Demna Gvasalia.

Los orígenes de la alta costura

En 2015, cuando Demna se puso al frente de la marca, Balenciaga cumplía 98 años de historia. Muy lejos de la polémica, en 1917, un joven vasco llamado Cristóbal Balenciaga Eizaguirre puso su primera tienda de alta costura en San Sebastián. Nació en Getaria en 1895 en el seno de una familia católica, hijo de un pescador que murió en el mar, y de una costurera. Aprendió el oficio de modista de su madre, Martina Eizaguirre, y con 13 años, la marquesa de Casa Torres, maravillada por el talento del joven, se convirtió en su mecenas.

Cristóbal Balenciaga en una fotografía de 1936, un año antes de mudarse a París.
(Cristóbal Balenciaga Museoa)

Con ese apoyo pudo abrir su primera tienda, en la calle Vergara número 2 de la capital guipuzcoana. Luego se expandió a Madrid y a Barcelona. Tuvo un gran éxito entre la aristocracia y la realeza. Pero la Guerra Civil le forzó a cerrar el negocio y se trasladó a París. Era 1937, 20 años después de su primera inscripción en la matrícula industrial.

Su talento comenzó a despuntar, hasta el punto que personalidades contemporáneas del mundo de la moda como Coco Chanel llegaron a decir de él que era “el único costurero de verdad” de todo París. Christian Dior lo describió como el «maestro» de todos los diseñadores.

Desde su taller en la avenida George V, Balenciaga se convirtió en una eminencia internacional en los años 50. Diseñó y confeccionó prendas de alta costura para celebridades como Marlene Dietrich, Greta Garbo, Grace Kelly, Ava Gardner, Audrey Hepburn o Jackie Kennedy

Su intensa actividad terminó en 1968, cuando irrumpió en la moda el pret-à-porter. Balenciaga cerró su tienda de París y su taller en Madrid para retirarse a Jávea. Su último encargo fue el diseño del vestido de novia de Carmen Martínez-Bordiú, hija de Carmen Franco Polo, nieta del dictador. El mismo año de la boda, 1972, el modista falleció en la misma localidad de la Comunidad Valenciana en la cual se retiró.

Palacio Aldamar, villa palaciega del siglo XIX donde veraneaban los marqueses de Casa Torres, primeros mecenas de Balenciaga. Actualmente es la sede del Museo Balenciaga de Getaria.
(Turismo del País Vasco)

La marca estuvo inactiva hasta 1986, cuando el francés Jacques Bogart compró los derechos a los herederos y reanudó su funcionamiento en París. Dedicada principalmente a la alta costura, Balenciaga comenzó a sumarse a la tendencia dominante de las marcas de lujo de abrirse al gran público, pero sin dejar de ser una marca de la alta moda.

Pedro Mir, profesor de la ISEM Fashion Business School de Madrid, explica : «Balenciaga fue una marca referente en el mundo de la moda. Cristóbal Balenciaga fue un maestro de maestros que llegó a generar un patrimonio artístico sin igual. Sus diseños eran obras de arte, piezas de museo. Tras su muerte, sin embargo, se relanza la marca hasta llegar paulatinamente a un producto muy provocador».

De una forma parecida se expresa Eduardo Sánchez, director de la escuela de moda del IED Madrid: «Balenciaga es hija de cada momento histórico. En la primera mitad del siglo XX, todas las marcas eran de esa manera. Pero, tras su relanzamiento y, sobre todo, en los años recientes, ha habido un cambio de modelo muy grande. Se han reinterpretado los códigos: ya no es importante la ropa en la percha sino todo lo que hay alrededor de ella; los desfiles, los ‘shows’, la iconografía, las campañas… En definitiva, la historia y el relato que se cuenta alrededor de la marca pasa a ser mucho más relevante».

«A pesar de esto, Balenciaga sigue vistiendo a la alta sociedad. Solo que la alta sociedad cambia: ya no son las reinas y las aristócratas, sino los raperos y los hijos de aquellos grandes hombres de negocios que quieren romper con sus familias y con lo tradicional. En ese sentido, Balenciaga sólo refleja el sentir de cada época«, prosigue Sánchez.

Diseños clásicos de alta costura de Balenciaga, patrimonio de la moda.
(Cristóbal Balenciaga Muesoa)

Balenciaa: indecencia y vergüenza moral

* Estamos en un momento de nuestra existencia en el que hay una delgadísima línea entre lo que es arte y singularidad, entre lo desagradable y amoral.

Después de años de polémicas por una desastrosa moda, en donde se ha buscado más el titular que la calidad, priorizando el escándalo a la ética, y cuyo objetivo ha sido parir una estética que ansía ser monetizada en el cartel de (o hashtag) de ‘agotado’ en cuestión de horas, aterriza la materialización en campaña de la vergüenza, la indecencia y la falta de moral. Sí, Balenciaga lo ha vuelto a hacer. Pero ojalá sea la última vez. Porque ya basta de ultrajar el nombre de uno de los creadores de moda más importantes de toda la historia. Y es que, si «inspirarse» en bolsas de Ikea o proponer colecciones con ropa y complementos agujereados y sucios podría interpretarse como una frivolidad que no ‘hace mal a nadie’, estamos ante el mayor escándalo de la casa de lujo. Hablamos de la presunta pornografía por la que Balenciaga ha tenido que retirar las fotografías y pedir públicamente disculpas con un comunicado en su página de Instagram. Pero aún con las disculpas manifestadas, no ha tardado en tener lugar una demanda de 25 millones de dólares contra la productora North Six, Inc. y el escenógrafo Nicholas Des Jardins, culpables de la campaña según Balenciaga.

Y es que ya lo ha dicho un sacerdote de la diócesis de Plasencia y exorcista en relación a la polémica, Francisco Torres Ruiz: la pedofilia tiene raíz satánica.

Y es que las imágenes, protagonizadas por distintos niños, mostraban productos y accesorios que miles de usuarios y seguidores de la marca señalaron que se asocian al sadomasoquismo y la pedofilia. La firma de lujo, propiedad del conglomerado Kering (Gucci, Saint-Laurent…), ha seguido la línea de la colección presentada en pasarela BDSM en donde se pudo apreciar modelos que desfilaban en una imagen algo satánica y con peluches decorados con rejilla y otros elementos carentes de una idea naïf y alegre (que es para lo que el mundo ha creado al ‘oso de peluche’: hacer la infancia más dulce, y no amarga).

Al —aparente— alegato de la pornografía infantil, se suman elementos como vasos de alcohol como parte del decorado o comederos de perros y gatos.

Si esto les sabe a poco, la red no ha tardado en seguir indagando. Y es que hay dos campañas anteriores en cuyas imágenes se aprecian elementos bastante extraños. Por un lado la campaña de Nicole Kidman para primavera de 2023: una estampa de la actriz en una oficina, en cuyo bolso (a promocionar, cual colaboración entre Adidas y Balenciaga, Modelo Hourglass y que alcanza la modesta cifra de 3.000 euros) dejaba entrever unos papeles. La mayoría eran folios blancos relacionados, pero había uno especial ligado a la Ley Protect que penaliza la pornografía infantil; se trataba de una copia de documentos judiciales de la sentencia del caso de EEUU contra Williams.

La segunda campaña era protagonizada por la actriz francesa Isabelle Huppert, también en una oficina, sentada con los pies encima de una mesa llena de papeles y objetos. En la instantánea se aprecia un libro sobre un pintor belga, Michael Borremans, a quien se le conoce por retratar a niños desnudos y en comportamientos sexuales. También The Cremaster Cycle, un libro sobre rituales satánicos y canibalismo de niños.

No sé si son meras casualidades y ya nos estamos volviendo locos, o de verdad hay indicios que denotan que tras todos estos símbolos maquiavélicos y de mal gusto se pretende trasladar algún tipo de pensamiento en clave para el inconsciente. Me pregunto en cualquier caso (yo que me dedico a dirigir producciones para mi revista Fearless) qué clase de oficina o estudio de fotografía cuenta de manera casual con un libro, por ejemplo, que se centra en el canibalismo infantil. Es difícil de entender. Llama la atención más todavía si la mentora de todo esto, Lotta Volkova, en su Instagram (que ha tenido que privatizar debido a la presión virtual) publicaba a menores en una actitud bastante controvertida: niños levantando calaveras o en rituales aparentemente satánicos, una niña con cinta de celofán con la boca y los ojos cubiertos, un niño con tacones, o un oso de peluche envuelto en una cinta roja cuales ‘obras maestras’ del diseñador que trabaja para Balenciaga.

Estamos en un momento de nuestra existencia en el que hay una delgadísima línea entre lo que es arte y singularidad, entre lo desagradable y amoral. Lo políticamente incorrecto debe servirse en clave y sutileza, pero tratándose de algo tan delicado como los niños, no se ha tardado en esclarecer. Balenciaga ha rebasado ese límite en donde la indecencia reina sobre la creatividad.

LO + VISTO